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Al otro lado de las llamas, Vanessa Requena.
Las almas de Brandon, César Brandon Ndjocu.

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lunes, 12 de marzo de 2012

Desazón.

Sigo por aquí aunque no escriba para actualizar. Me pesa como una losa saber que mi blog se está muriendo de aburrimiento mientras mi vida se vuelva tan atareada que no me deja tiempo para leer, ni para escribir.
Tal y como está la situación laboral en España, entre reformas laborales y esas cosas que nos afectan a todos los que necesitamos de un trabajo mundano para sobrevivir al día a día, he llegado a la conclusión de que quién tiene un trabajo tiene un tesoro, así que no puedo, ni debo, rechazar los días de trabajo que me van surgiendo y esto, que por una parte me beneficia, por la otra me perjudica, porque voy aplazando una y otra vez mis planes de lectura y los libros que deseo leer se van acumulando sobre la repisa de mi estantería.
Añoro profundamente pasar una tarde entera con la cabeza metida dentro de un libro, con el olfato saturado por el olor a papel y las yemas de los dedos adormecidas de pasar hojas y hojas. Hoy precisamente me lamentaba en Facebook de esto mismo, de haber estado esperando durante un par de años a la publicación de la segunda parte de la trilogía de Patrick Rothfuss y que ahora, que por fin la tengo entre mis manos y ha llegado su turno de lectura, no pueda leerla porque no tengo tiempo.
No sólo no tengo tiempo físico como para hacer lo que explicaba en el párrafo anterior de pasar una tarde entera sumergida en el mundo interior de un libro, sino que si intento ponerme a leer antes de irme a dormir, me quedo dormida enseguida y no llego ni a las 10 páginas por día. Yo, que he llegado a irme a dormir a las 5 de la mañana por ser absolutamente incapaz de soltar un libro, de verdad que no me reconozco.
Va llegando el momento, tras dos años de reseñar a otros autores en el blog, de ir contando cosas sobre mi misma, así que hoy voy a explicar de qué trabajo, cuando no me dedico a escribir o leer obras de otros. Actualmente trabajo en el servicio de limpieza de un hospital de una localidad cercana a la que resido. Si bien el desplazarme en mi propio vehículo hasta allí no me lleva más de 15 ó 20 minutos, en función de la hora y el tráfico, hago jornadas matadoras de 7 horas limpiando aquellas zonas del hospital que me toquen en cada jornada laboral.
Ya sé que siete horas no son la jornada completa, que en España es de 8 horas, pero además de ser una persona muy alta, tengo problemas de espalda, lo que hace que casi todo, además de quedarme demasiado bajo, la postura que tengo que adoptar para, por ejemplo limpiar por debajo de las camas, me vaya forzando la zona del lumbago. Ya en septiembre pasado estuve de baja por un pinzamiento en la zona de la ciática, que me cogió desde la curva lumbar, hasta la planta del pie, toda la pierna rígida y con unos dolores terribles en toda la zona.
Yo soy muy exagerada, como buena andaluza que soy, aunque esté afincada desde hace años en Cataluña, pero los dolores que tenía en la espalda el mes de septiembre, eran como para tirarse por los suelos y si no lo hacía era porque era consciente de que si me tiraba, sería incapaz de levantarme por mis propios medios luego. Pero bueno, el pinzamiento se soltó, estuve un par de meses en paro, que me vinieron bien para recuperarme un poco y luego volví a trabajar otra vez. Así discurre mi vida, entre trabajar, descansar y poco más.
Lo que me duele es no tener tiempo para escribir o leer. Lo mío con la escritura es un romance intermitente, escribo por temporadas. Hay semanas o meses en los que vivo por y para escribir, sigo llevando al día las labores de mi casa y atendiendo a mi marido, por supuesto, pero aprovecho cada minuto para escribir casi compulsivamente. El resto de meses del año me dedico a leer, como forma de mantenerme en contacto con el mundo literario, porque la inspiración igual que llega se va... y me deja con la mente en blanco y la historia que sea a medias. Es frustrante que esto me pase, porque qué más quisiera yo que ser como otras escritoras a las que leo en Facebook, comentando que escriben todo el año y como quién dice, todo el día o todos los días. ¡Ya quisiera yo tener esa suerte!
Bueno, ahora que he descubierto a mis escasos lectores que tengo un trabajo nada glamouroso y para nada relacionado con el mundo literario, me quedo algo más tranquila. Aunque no sé si es un sentimiento correcto, porque habrá quién piense que quién soy yo, una limpiadora de hospital, para permitirme el lujo de criticar/juzgar el trabajo de otros. A riesgo de pecar de falta de modestia, tengo que decir que creo que tengo buen criterio y que normalmente me felicitan por mis reseñas. Aunque hubo una vez, en una de las primeras críticas que hice que en un comentario me tacharon de narcisista. Todos somos libres de opinar, yo opino sobre los libros de otros y otras personas dan su opinión sobre lo que mis textos van reflejando de mi personalidad.
En otro momento, con más tiempo, escribiré un pequeño post comentando lo que estoy haciendo con mis manuscritos y las respuestas que estoy recibiendo de las editoriales a las que he contactado. A ver si mientras tomo una decisión.
A todos los que lean este post, gracias por estar aquí.