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lunes, 13 de junio de 2011

Anécdotas de enfermeras, Elisabeth G. Iborra.


El argumento: A modo de recopilación de anécdotas y opiniones personales, Elisabeth G. Iborra nos cuenta en este breve libro, con la propia voz de las enfermeras una serie de relatos acerca de los avatares de su trabajo y el modo en que ellas (porque son mayoritariamente de género femenino) viven el paso de nuestras vidas por entre sus manos.
Mi opinión: He querido leer este libro, que preveía que me duraría dos asaltos, como así ha sido, tras el rotundo fiasco que me ha supuesto el ser incapaz de terminarme el de La elegancia del erizo. El motivo principal que me ha impulsado a leerlo, aparte de desconectarme del otro rotundamente, ha sido por mi relación indirecta con el mundo de la enfermería.
Trabajo en un hospital, aunque mi puesto es el de limpiadora, estamos en relación tanto con los pacientes como con las enfermeras, auxiliares, celadores y camilleros. Con los médicos, bastante menos, porque van más a su bola y para uno que te encuentras que te da los buenos días cuando te lo cruzas por las escaleras, hay veinte que pasan a tu lado con la cabeza agachada y no te miran. Ya me avisaron en la formación que el deber de las limpiadoras era ser invisibles, que se notara nuestro trabajo, pero no se nos viera a nosotras, ¡y vaya si lo somos! Y mirad que es difícil en mi caso con mi estatura; pero bueno, que estamos allí y aunque yo sea particularmente tímida y poco comunicativa tanto con los pacientes como con el personal del hospital, hay veces en las que coincidimos en la hora del café y mantenemos breves charlas.
Una de las cosas que más me impactan cuando hablo con las enfermeras del hospital en el que trabajo es cuando me dicen que no les impresiona o afecta la muerte de sus pacientes, que la mayoría son viejos y vienen allí a morir, que los jóvenes tal vez un poco más, pero que procuran poner sus distancias para no verse involucradas sentimentalmente. Y en cambio, todas las enfermeras que hablan en este libro cuentan lo terrible que es para ellas cuando se muere algún paciente. Sinceramente, no sé si es que en "mi" hospital trabajan las más despiadadas o las demás se tiran el moco dándoselas de sensibles. Entiendo que todo el mundo no puede ser igual, por ejemplo, yo ya lo sabía, pero leyendo este libro lo he confirmado, no tengo vocación de enfermera. Lo primero por mi pánico irracional a los cadáveres, soy incapaz de aceptar que una persona que hace un momento tenía movimiento, respiración y vida, ahora sea un trozo de carne que se corromperá en cuestión de horas. Mi cabeza no puede aceptar ni procesar eso. Pero aparte de eso, es porque soy una persona empática, pero me cuesta un horror demostrar mis sentimientos, sólo los demuestro libremente con mi marido y porque tenemos un grado de confianza que no he logrado con ninguna amiga, en ninguna época de mi vida.
Volviendo al libro, que me voy por los cerros de Úbeda, es entretenido de leer, sobre todo porque sabes que son historias reales, es interesante saber cómo se sienten los y las profesionales de la enfermería ante las situaciones en los que les metemos, nuestras absurdeces, nuestra necesidad de atención cuando estamos enfermos, nuestra necesidad de cariño siempre, incluso de parte de desconocidos.
Caso aparte y para reírse, como siempre, el de las personas que acuden a Urgencias con cosas introducidas en el ano o en la vagina, incluso en el hospital en el que trabajo se cuentan dos o tres buenas de estas, jeje.
Desde luego que leer este libro vale para aprender a valorar, todavía más si cabe el trabajo muy meritorio de las enfermeras y auxiliares, pues son ellos y ellas quienes pasan más horas entretenidas en nuestro cuidado, empeñadas en que nos pongamos bien cuanto antes, pese a que hay acompañantes de pacientes que son muy tocanarices y esto lo detecto y lo sufro yo también, que soy limpiadora.
En fin, que es un libro que os recomiendo si queréis vaciar la cabeza un rato de tramas profundas y personajes complicados y absorbentes y liberaros de complicaciones hasta el punto de echaros algunas risas, así como lo recomiendo para todos aquellos que no valoran el trabajo de las enfermeras, que piensan que sólo los médicos curan, y que esas del pijama blanco sólo están allí para tontear. Son muy importantes las enfermeras para la medicina y es una pena que gran parte de las licenciadas españolas se marchen a trabajar a otros países porque aquí no se sienten suficientemente valoradas.
Aunque todavía no tiene perfil en Wikipedia, esta autora también es blogger, su blog lo encontraréis aquí.

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