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jueves, 22 de julio de 2010

Técnicas y trucos de una autodidacta.

Como bien dije en la entrada que sirvió para inaugurar este blanco blog, soy autodidacta como escritora; carezco de formación más allá del graduado escolar pelado y mondado, por decirlo de la manera más rápida posible.
Fui una estudiante excelente a la que se le acabaron la suerte y las oportunidades al mismo tiempo, tras finalizar 8º curso de egb y obtener mi título de graduado.
En estos años que llevo dedicándome a escribir, como aún no he publicado nada y no se puede vivir ni del amor ni del aire, he trabajado en distintas cosas, actualmente paso por una mala racha (como más de cuatro millones de personas en España) y me puedo dedicar con más tranquilidad a escribir y leer, dos de mis pasiones; y de eso quería hablar hoy, de manías y costumbres de quien escribe sin técnicas ni cursos.
Lo primero es la idea: la idea puede surgir de cualquier parte; una persona en la calle a la que inventar una vida, un nombre tan sugerente que se gana automáticamente un lugar en una historia aún por construir, un personaje secundario de una película, etc... Siempre me fijo en los personajes secundarios, los que están ahí detrás para hacer bulto, porque eso me pasaba a mi, soy tan alta, que siempre me ponían detrás (en clase, en las fotos), para que con mi "bulto" no tapase a ninguna otra persona. Una vez tenemos la idea, tenemos que darle cuerpo, meter personajes y personalidades. Para comenzar a construir hay que tomar notas, yo lo suelo hacer en papel, al menos al principio, hacer un retrato robot con los detalles y características que quiero colocarle a cada personaje, con la situación y datos principales de las ciudades y localizaciones que voy a usar, etc... Luego lo paso también a ordenador y lo tengo siempre cerca del documento de texto donde esté escribiendo, siempre localizable, por si necesito hacer alguna consulta sobre algún dato que tenga dudas.
Los personajes: en el caso en que la idea haya sido algo abstracto y no estemos construyendo la historia partiendo desde la vida de un personaje (como la última que estoy escribiendo, donde hay una protagonista principal y absoluta), tenemos que pensar quiénes serán los protagonistas de la historia y cómo serán. No debería hacerlo, porque en cierto modo es poco profesional, pero intento poner algo de mi dentro de cada personaje, incluso de los villanos, porque... ¿quién no tiene un momento o un pensamiento perverso alguna vez en su vida? Si la idea parte de un personaje, aparte de buscarle los compañeros, al menos los primeros con los que habrá de relacionarse (que muchos otros irán surgiendo con el tiempo y el desarrollo de la trama) hemos de buscar el Tiempo en que se desarrollará la historia y la Localización.
El tiempo y la localización: tengo que admitir que estos son mis puntos flacos y que como tal que son, suelo permitirme bastantes licencias en cuanto a ellos. Alego que mis historias son ficticias para escribir con libertad sobre tiempos, usos y costumbres y para poder inventarme a gusto propio los nombres de ciudades y países, así me evito errores burricales geográficos. Tengo un mundo muy pequeño, he viajado poco y tampoco viajar es una cosa que me atraiga, así que o trabajaba con un mapamundi al lado o me inventaba los nombres de los países; como considero que escribir es o debe ser un ejercicio de imaginación, preferí inventármelos. No descarto que en algún momento no vaya a escribir sobre una ciudad o un país real, pero de momento paso bastante de los mapamundis, los países cambian de fronteras a demasiada velocidad como para poder ser un elemento atemporal de una historia.
El desarrollo: durante el desarrollo del proceso de escritura de las tres novelas que tengo terminadas y la cuarta en la que estoy trabajando, he notado que soy una persona bastante más inconstante de lo que yo pensaba. He tenido historias como la de la 1ª novela, que no acabé de verle el final hasta el día en que lo escribí y fue un mero acto instintivo; la 2ª fue como si escribiese al dictado, escribí el primer borrador completo en 28 días y sabía perfectamente cómo, cuándo, quién y dónde de cada uno de los personajes; la 3ª ha sido lo más difícil que he escrito hasta ahora y fue muy difícil hacer casar todas las pequeñas historias que la forman. La 4ª que está en proceso, es la que más estoy disfrutando; tengo un sitio fetiche en mi sofá, me coloco con mi cuaderno y mi bolígrafo y dejo que las palabras fluyan a través de mi mano, en conexión con mi cerebro y la tinta del boli. Nunca había experimentado tantas sensaciones escribiendo, debe ser que como ahora no trabajo, puedo estar más pendiente.
Las manías: manías tengo para dar y vender, pero mi vida básicamente trato de que se rija por la sencillez y la falta de artificios, como he dicho justo arriba, escribo a mano sentada en el sofá. ¿Por qué a mano? porque a mano trabajo más rápido, a veces mis textos primarios están terriblemente llenos de faltas de ortografía que en su momento no detecté porque esta en mi micro universo y nada importaba salvo volcar esas ideas antes de que se escapasen. Hojas con mi letra garrapateada hasta apurar los márgenes tengo a montones y por todas partes en mi casa. Guardo todos los textos que escribo (excepto las listas de la compra, jeje) en una carpeta dentro de mi portátil que se llama "capítulos sueltos" por si alguna vez me pueden servir; una idea es una idea y nunca hay que minusvalorar la importancia que puede llegar a tener. Es algo práctico porque alguna que otra vez he rescatado de esta biblioteca de retazos sin pies ni cabeza, textos para completar alguna historia. De vez en cuando le doy un vistazo y a veces decido aprovechar tal o cual trozo y construir con él un capítulo o incluso una historia entera. Nunca hay de descartar una idea que hayamos tenido.
Una vez pasada la tormenta de ideas, llega el momento de construirla, entonces sí que es el momento de sentarme ante el portátil y pelearme con mi mala letra, con el poco respeto que le tengo a los márgenes y con ¿yo he escrito esto, en qué estaba pensando? y entretenerme con mayúsculas, cursivas, negritas, márginadores y tabuladores y hacer que la cosa se vea ordenada, limpia y presentable, es cuando comienza realmente a tomar forma, cuando acaba el trabajo de la escritora y comienza el de la mecanógrafa, como digo yo: me dedico a corregir, ampliar, eliminar, detallar y en definitiva, a construir una historia coherente con mis alocados textos manuscritos. Son momentos preciosos que vale la pena atesorar, son cuadernos llenos de textos escritos a bolígrafo de diferentes colores que guardo como si fueran de oro, porque son parte de mis pensamientos.
En definitiva, esta es una pequeña muestra de lo que es mi "modus operandi" a la hora de escribir, para ser una persona sin formación y que sólo cuento con mis propios recursos, no creo que esté nada mal. Otro día haré otra entrega de más manías de escritora autodidacta, gracias por pasar por aquí, aunque sea muy de tarde en tarde.

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